sábado, 27 de noviembre de 2010

Diferentes pero complementarios. Una mirada a la problemática intercultural



Diferentes  pero complementarios. Una mirada a la problemática intercultural
Por Gustavo Paul Flores
Coordinador BD Región Humahuaca 


Hablar de diversidad cultural es tratar el problema de la identidad, y para responder a este planteo es necesario reconocer las diferencias.
 
Nos centraremos en dos realidades opuestas que por medio de un proceso terminan siendo complementarias. 
Los de la gran ciudad y sus medios de transporte, movimientos de gentes que van y vienen. Todos juntos sin saber quién está al lado, saludos formales casi forzados. Un almuerzo rápido (“el tiempo es tirano”) y nuevamente a la tarea. Bocinas, sirenas, ruidos. Estudiantes que van al colegio con un sin fin de materias, textos que hablan de su realidad, familia, trabajo, música, transportes, literatura, derechos, obligaciones, democracia. Luces de neón que alargan el día, radio, televisión, internet y un sin número de servicios. Edificios, ventanas enrejadas, pequeños cubículos en donde tener un espacio para vivir es una bendición.
En la zona del Zenta el levantarse apenas emerjan los luceros del amanecer es una cuestión cotidiana. Apenas se escuchan ladridos de perros, el cantar de aves que se preparan para el nuevo día. El fuego a leña, unas tolas o ladrillos de “guano” compactado. Una tenue película de humo que invade la cocina. El agua del arroyo que brota de vertientes naturales. Las pequeñas parcelas, los surcos, los animales, el pequeño rebaño, una nueva pirca, todo cobra vida con cada día que empieza. Chicos que van al colegio que les ofrece un comedor, una cama. Textos que hablan de lugares lejanos, casi de ensueño. Textos que contienen un saber “vaya a saber de quién o quiénes”. Giros lingüísticos complicados de entenderlos. Otros que hablan de derechos y beneficios que están para unos cuantos. Viejas oraciones que hay que repetirlas año tras año, generación tras generación. Pequeños valles y montañas que invitan a pensar sobre tu condición humana. Por la noche solo luces del firmamento que te invitan a tocarlas.
 
Docentes de lugares tan diferentes se proponen realizar un intercambio de ideas. Desean conocer la condición del “otro”. 
Las puertas a veces son muy complicadas de abrirlas, pues no son materiales sino ideológicas. La barrera cae y es posible visualizar una convivencia. Los de la urbe con sus juicios acerca de lo que es la campaña. Los de este lado con una idea de que es imposible conocer otras realidades. Ellos se acercan. Los nuestros los reciben. Ellos sufren algunas penurias de las alturas y los nuestros tratan de que su estadía sea lo más confortable posible, no tienen hoteles, no tienen sanitarios como en la gran ciudad, no poseen medios de comunicación; tampoco un sistema sanitario –caminan dos horas para llegar al más próximo-, sin embargo están dispuestos a vencer las dificultades. Ellos con su guitarra, sus ideales, sus dudas. Los nuestros de a ratos un silencio impenetrable, un eterno observar de actos, palabras veloces, términos que no conocemos, pero dispuestos a escuchar.
Brota una nueva forma de relación. Se respira una nueva forma de trato, pero para que exista es necesario respondernos ¿quiénes somos?... ¿en qué nos diferenciamos? Las historias de las familias negadas por generaciones por este sistema parecen despertar, y tímidamente se van quitando la modorra del olvido. Unos hablan de su vida en la zafra, otras hablan de su vida en las minas de plomo, las penurias mezcladas con relatos de aparecidos. Mezclas de leyendas con historias reales, todo ello va generando una identidad que pide ser reconocida. Las familias integran a la vida cotidiana a los visitantes. Comparten quehaceres en la huerta, con los animales y la montaña.
Ya no eran dos grupos sino uno solo. Ambos dispuestos a compartir, a vivir una nueva realidad. Ellos ahora suben a las montañas. El grupo se renueva de actores. Las comunidades les abren las puertas. Comparten sus fiestas, las ofrendas, las oraciones, lugares que parecen inaccesibles para habitantes del llano. La puna y la distancia ya no son invencibles. Lo académico (el bachillerato) pasa a un segundo plano. Surge la necesidad de compartir, de vernos como diferentes, pero también complementarios.

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